viernes, 21 de septiembre de 2007

La parada del mal


Años en esto de investigar crímenes de lesa humanidad y, por una cosa o por otra, nunca había conocido las instalaciones de la comisaría 5ta de La Plata.
Ubicada a 30 cuadras de los tribunales federales, donde se juzgan los crímenes que allí se cometieron, es el centro clandestino que más visitaron los jueces de esta zona. Pero nunca había ido.
Hoy fui. Éramos como veinte personas que transitamos por las celdas de ese centro. Jueces, testigos -sólo dos, un hombre y una mujer sobrevivientes- abogados querellantes y defensor, un camarógrafo y su asistente, empleados judiciales y algún que otro curioso con algún vínculo con las partes.
El lugar donde funcionó aquella parada del mal parecía, todavía hoy, un centro clandestino. Los calabozos están clausurados porque en 2000 hubo un incendio -¿provocado por los propios policías?- que mató a cuatro presos. Desde hace siete años hay posters pegados en la pared, revistas tiradas en el suelo, colchones destrozados, toallas y zapatillas colgando de tendales improvisados con cordones, leyendas escritas con rayas sobre la pintura de la pared, como si nada hubiera pasado desde aquél incendio. Y, además, todo oscuro. Se nota que nunca llegó allí la luz del sol.
Hoy, con el lugar clausurado, la única forma de ver fue con la ayuda de luces de emergencia, linternas y la potente luz del camarógrafo. Vimos el cuadro descripto y en él, con los relatos de los sobrevivientes de la dictadura, imaginamos las torturas, los gritos, la desesperación. Y pudo comprobarse que los desaparecidos alojados allí podían comunicarse mediante golpes en la pared, de celda a celda, como tantas veces lo narraron ante diferentes tribunales.
Será trillado y tal vez un lugar común, pero ese escenario lúgubre pudo verse porque lo visitó la Justicia, que hace las veces de una linterna de luz mortecina que a más de 30 años del Golpe de Estado alumbra en la oscuridad.

viernes, 14 de septiembre de 2007

Padre Traveset, al confesionario

El sacerdote de Trenque Lauquen, Pedro Traveset, fue detenido ayer durante el juicio oral y público que se desarrolla en La Plata a su colega y amigo, Christian Von Wernich.
Traveset fue detenido por un delito mucho menor, que también es pecado: falso testimonio. Pasó un día a la sombra, hasta que un juez federal de primera instancia dictó hoy su excarcelación.
La detención del cura fue solicitada por el fiscal Carlos Dulau Dumm con el sostenimiento ideológico de un hombre que sabe mucho de pedir detenciones por falso testimonio: el coequiper, Félix Crous. Otrora fiscal del Juicio por la Verdad de La Plata, Crous se cansó de mandar en cana a cuanto policía olvidadizo declaraba en ese proceso. Varios ex polis de la Brigada platense y la comisaría 5ta lo sufrieron. Ayer fue un cura que, ¡oh casualidad!, es amigo de otro poli, Von Wernich.
Traveset mintió hasta en las generales de la ley: al declarar el 10 de septiembre dijo que no era ni amigo, ni enemigo ni deudor ni acreedor de Von Wernich, ni que tenía un interés especial en la causa. Ayer, durante un careo que mostró su verdadera cara de mentiroso, terminó reconociendo que visitó a Von Wernich el año pasado en la lujosa celda que ocupaba por entonces en la Unidad Antinterrorista de la Policía Federal y que en 1985 lo visitó en la Alcaidía del Congreso Nacional, cuando los legisladores lo mandaron preso por vilipendiarlos: trató a los diputados de "diputaditos" en una entrevista con 7 Días.
Traveset, un amigo en las malas. ¡Cómo será en las buenas!